Y había un grupo de esclavos a mi alrededor.
- Señor, ¿cómo son las señales del fin del mundo?
Y les expliqué con una parábola.
Las señales del fin del mundo son como las advertencias que la madre hace a sus hijos cuando actuan de manera peligrosa.
Así, dos hermanos jugaban con un mechero. Tenían papeles para pintar sobre la moqueta donde jugaban. Les hacía gracia la chispa del mechero.
La madre que los vio les dijo: ¡Cuidado que os vais a quemar!
- No pasa nada, llevamos toda la mañana jugando y no pasa nada
- Os vais a quemar...dejad el juego.
Y así el más obediente se fue con su madre a la cocina. Y el más travieso se quedó en la moqueta solo haciendo como que pintaba.
- No juegues con fuego, ¿vale? Y le quita el mechero.
Y mientras madre e hijo estaban en la cocina, el más travieso cogió otro mechero que tenía escondido y que daba más lumbre. Y lo encendió una vez y otra, hasta que se quemó y el mechero le cae sobre la ropa iniciando un fuego.
Así son las señales que el cielo, a través de revelaciones a los profetas o en las apariciones marianas, nos da.
Ya está escrito, pero como buen Padre, como buena Madre, de vez en cuando nos recuerdan del peligro que acecha y que ignoramos o queremos ignorar.
Y así el más obediente se libra del fuego y el más revelde, aunque sea más listo y mayor se termina quemando.
Así son las señales. Así algunos advertimos en el nombre del Padre. Así algunos obedecerán las advertencias, y los más se quemarán.
Recordemos como una de las pastorcillas de la primera visión de Fátima estaba triste por la cantidad de almas que iban a ir al infierno. Y como la mayoría de esas almas no habían creído en el infierno.
Así será el apocalipsis y la segunda venida de nuestro señor Jesucristo, que muchas han elegido no creer, han elegido el camino de la perdición y...perdición eterna encontrarán.
Todo esto suena a excentricidades de locos, lunáticos, gente "pasada de moda", fanáticos...pero la madre amorosa advierte a sus hijos. Y el que obedece no se quema.
Está em juego nada más y nada menos que tu alma. Arrepiéntete y conviértete a Cristo.