Ha tenido que ser un diputado laborista -es decir, del mismo partido
que el alcalde de Londres, el musulmán de origen pakistaní Saddiq Khan-,
Stephen Timms, el que advierta que zonas enteras de la
capital británica se están convirtiendo en ‘áreas prohibidas’ por culpa
de la epidemia de ataques con ácido, una modalidad en la que ostenta el
récord mundial percápita.
El diputado por East Ham
aprovechó un debate sobre medidas contra la multiplicación de ataques
con sustancias corrosivas para pedir al Gobierno que emprenda “medidas
contundentes”.
Timms asegura haber mantenido
conversaciones con conductores de empresas de reparto que se niegan a
hacer entregas en determinadas partes de la ciudad por la alta
incidencia de estos ataques. “Creo que todos deberíamos considerar
inaceptable que haya ‘áreas prohibidas’ en partes de Londres y partes de
Gran Bretaña”, afirmó Timms. La gente, confirmó su correligionaria la
diputada por West Ham Lyn Brown, “vive con miedo”.
Ninguno de los
dos exagera. Las cifras de ataques con sustancias corrosivas en Gran
Bretaña se han disparado entre 2012 y 2016 en más de un 500%; solo el
año pasado se produjeron 469 incidentes de esta clase.
Pero
la verdadera noticia es que figuras señeras de la política, y más de un
partido tan entusiasta de la inmigración musulmana a la que se asocia
estas ‘no go areas’ que empiezan a proliferar en toda Europa, reconozca públicamente su existencia.
Muchas figuras de la izquierda siguen insistiendo en que estas zonas
‘prohibidas’, donde la ley de la tierra apenas tiene vigencia y hasta la
policía o los servicios sociales evitan, son un invento de la derecha
soberanista.
Sin
embargo, innumerables informes y reportajes han dado descripciones
exhaustivas (y terroríficas) de estos barrios que jalonan las
principales capitales europeas, e incluso en Francia tienen su propia
denominación oficial, ZUS o ‘Zonas Urbanas Sensibles’.
El ácido se ha convertido en arma favorita en los ataques no solo porque resulta espantosamente eficaz,
produciendo quemadoras que pueden llegar a incapacitar y que casi
siempre producen graves deformidades, sino porque es relativamente fácil
y barato obtenerlo, a diferencia de las armas de fuego.
Los
diputados citados quieren ahora que sea más difícil adquirir las
sustancias corrosivas. Es relativamente fácil desde que en un intento de
desregulación se abolió la obligación de que los vendedores de
sustancias peligrosas las registraran en su municipio, pero la ley se ha
enmendado para que vuelva a introducirse este requisito.
Fuente: La Gaceta
Fuente: La Gaceta