6:7 Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente, que decía: Ven y mira.
6:8 Miré, y he aquí un caballo amarillo, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades le seguía; y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la tierra. (Apocalipsis de San Juan. Capítulo 6).
Un solicitante de asilo del Yemen, al que le fue denegado, y que fue acogido en una iglesia del norte de Alemania para evitar que lo deportasen, podría haber infectado a más de cincuenta niños alemanes con una cepa de tuberculosis altamente contagiosa.
El hombre, que fue acogido en una iglesia de Bündsdorf entre enero y mayo de 2017, tuvo contacto frecuente con los niños —algunos de sólo tres años— que asistían a un centro de día en el edificio. Ingresó en un hospital de Rendsburg en junio y posteriormente diagnosticado con tuberculosis, una enfermedad de la que los alemanes no habían vuelto a tener consciencia hasta hace poco.
Las autoridades sanitarias locales dicen que además de a los niños, padres y profesores, y también a los feligreses, se les están haciendo pruebas para comprobar si tienen la enfermedad, que se podría desarrollar meses e incluso años después del contacto con ella. Se desconoce aún si el hombre se sometió a los análisis médicos exigidos cuando llegó por primera vez a Alemania, o si es uno de los cientos de miles de inmigrantes que se han colado por las grietas.
El temor a la tuberculosis ha vuelto a poner el foco en el creciente riesgo de enfermedades infecciosas en Alemania desde que la canciller Angela Merkel permitió la entrada a unos dos millones de migrantes de África, Asia y Oriente Medio.
Un nuevo informe del Robert Koch Institute (RKI), la institución del Gobierno federal responsable de la vigilancia y prevención de enfermedades, confirma el aumento transfronterizo de la enfermedad desde 2015, cuando Alemania aceptó a una cifra insólita de inmigrantes.
El Informe Anual sobre Epidemiología de Enfermedades Infecciosas —que se publicó el 12 de julio de 2017 y provee datos sobre el estatus de más de cincuenta enfermedades infecciosas en Alemania durante 2016— ofrece el primer vistazo sobre las consecuencias para la salud pública del influjo masivo de inmigrantes a finales de 2015.
El informe revela un aumento de incidencias en Alemania de conjuntivitis por adenovirus, botulismo, varicela, cólera, criptosporidiosis, fiebre del dengue, equinococosis, E. coli enterohemorrágica, giardiasis, gripe hemofílica, hantavirus, hepatitis, fiebre hemorrágica, VIH/sida, lepra, fiebre recurrente transmitida por piojo, malaria, sarampión, enfermedad meningocócica, meningoencefalitis, paperas, paratifoidea, rubeola, shigelosis, sífilis, toxoplasmosis, triquinosis, tuberculosis, tularemia, tifus y tos ferina.
Alemania —al menos hasta ahora— se ha librado del peor escenario: la mayoría de las enfermedades tropicales y exóticas que trajeron al país los migrantes han sido contenidas; no hay grandes estallidos entre la población general. Las enfermedades más comunes, en cambio, de las cuales muchas están directa o indirectamente vinculadas con la inmigración masiva, van en aumento, según el informe.
La incidencia de la hepatitis B, por ejemplo, ha aumentado un 300% en los últimos tres años, según el RKI. La cifra de casos reportados en Alemania fue de 3.006 en 2016, hasta 755 casos más que en 2014. Se dice que la mayoría de los casos están relacionados con inmigrantes no vacunados de Afganistán, Irak y Siria. La incidencia del sarampión en Alemania se disparó a más del 450% entre 2014 y 2015, mientras que el número de casos de varicela, meningitis, paperas, rubeola y tos ferina también aumentaron. Los inmigrantes también representan al menos un 40% de los nuevos casos de VIH/sida identificados en Alemania desde 2015, según otro informe distinto del RKI.
Las estadísticas del RKI podrían ser sólo la punta del iceberg. El número de casos reportados de tuberculosis, por ejemplo, fue de 5.915 en 2016, con 4.488 casos más que en 2014, un aumento del 30% durante ese periodo.
Algunos médicos creen, sin embargo, que el número real de casos de tuberculosis es mucho mayor y han acusado al RKI de minimizar la amenaza para tratar de evitar sentimientos contra la inmigración.
En una entrevista con Focus, Carsten Boos, cirujano ortopédico, advirtió de que las autoridades alemanas han perdido la pista a cientos de miles inmigrantes que podrían estar infectados. Añadió que el 40% de los patógenos de la tuberculosis son resistentes a los medicamentos y por lo tanto intrínsecamente peligrosos para la población general:
“Cuando los solicitantes de asilo vienen de países con un alto riesgo de infecciones tuberculosas, el RKI, como el máximo organismo alemán para la protección frente a infecciones, no debería restar importancia al peligro. ¿Está un instituto federal usando la corrección política para ocultar la desagradable realidad? […]”
Los medios informan de que, en 2015, la policía federal registró en torno a 1.100.000 refugios. Se presentaron entre 700.000 y 800.000 solicitudes de asilo y 300.000 refugiados han desaparecido. ¿Se les han hecho pruebas? ¿Vienen de países de alto riesgo? […]”
Uno tiene la impresión de que en el RKI la mano izquierda no sabe lo que está haciendo la mano derecha.
Los periódicos alemanes han publicado una ráfaga de artículos sobre la magnitud de la crisis migratoria para la salud pública. Los artículos suelen citar a profesionales médicos con experiencia directa en el tratamiento de inmigrantes. Muchos admiten que la migración masiva ha elevado el riesgo de enfermedades infecciosas en Alemania. Algunos de los titulares son:
“Los refugiados suelen portar enfermedades desconocidas al país receptor”; “Los refugiados traen enfermedades raras a Berlín”; “Refugiados en Hesse: Vuelven las enfermedades raras”; “Los refugiados suelen traer enfermedades desconocidas a Alemania”; “Los refugiados traen enfermedades ‘olvidadas’, dicen los expertos”; “Se triplica el número de casos de hepatitis B en Baviera”; “Los casos de tenia crecen en Alemania más del 30%”; “Enfermedades infecciosas: Los refugiados traen la tuberculosis”; “La tuberculosis vuelve a aumentar en Alemania, especialmente en las grandes ciudades, provocada por la migración y la pobreza”; “Los refugiados están trayendo la tuberculosis”; “Más enfermedades en Alemania: la tuberculosis está de vuelta”; “Un médico teme un riesgo de tuberculosis a causa de la ola de refugiados”; “Aumento significativo del brote de sarampión en Baden-Wurtemberg: los migrantes suelen estar afectados”; “La política sobre refugiados tiene la culpa del brote de sarampión, según un experto”; “La sarna va en aumento en Renania del Norte-Westfalia”; “Enfermedades casi olvidadas como la sarna vuelve a Bielefeld”; “¿Ha entrado en contacto con refugiados? Debería prestar atención”; y “Refugiados: Un amplio abanico de enfermedades”.
En el pico más alto de la crisis migratoria, en octubre de 2015, Michael Melter, el médico jefe del Hospital Universitario de Regensburg, informó de que los migrantes estaban llegando al hospital con enfermedades apenas vistas en Alemania. “Había trastornos que no había visto en veinte o veinticinco años —dijo— y de hecho muchos de mis colegas más jóvenes ni siquiera los habían visto jamás”.
Marc Schreiner, director de relaciones internacionales en la Federación de Hospitales de Alemania (Deutschen Krankenhausgesellschaft) reflejó las preocupaciones de Melter:
En las clínicas, está siendo cada vez más común encontrarse con pacientes cuyas enfermedades se consideraban erradicadas en Alemania, como la sarna. Estas enfermedades deben ser diagnosticadas de forma fiable, lo cual es muy difícil.
Christoph Lange, experto en tuberculosis en el Centro de Investigación Borstel, dijo que los médicos alemanes no estaban familiarizados con muchas de las enfermedades importadas por los migrantes: “Sería útil que las enfermedades tropicales u otras enfermedades que son raras en nuestra vida sirvieran más para la formación de los médicos”.
La Sociedad Alemana para la Gastroenterología y las Enfermedades Digestivas y Metabólicas celebró recientemente un simposio de cinco días en Hamburgo para ayudar a los médicos a diagnosticar enfermedades que apenas se han visto en Alemania. Entre ellas:
Fiebre recurrente transmitida por piojo (FRTP): En los últimos dos años, al menos 48 personas en Alemania fueron diagnosticadas con FRTP, una enfermedad que no se había visto en el país antes de la crisis migratoria de 2015, según un informe del RKI. La enfermedad, que se transmite por los piojos en la ropa, ha preponderado entre los inmigrantes del este de África que han viajado durante meses para llegar a Alemania con un solo conjunto de ropa. “Todos nos habíamos olvidado del FRTP”, dijo Hans Jäger, médico residente en Múnich. “Tiene una tasa de mortandad de hasta el 40% si no se detecta y se trata con antibióticos. Los síntomas son parecidos a los de la malaria: fiebre, dolor de cabeza y sarpullidos”.
Fiebre de Lassa: En febrero de 2016, un paciente infectado en Togo (oeste de África), fue tratado y murió en Alemania. Tras su muerte, se confirmó una infección por el virus de Lassa en otra persona que había tenido contacto profesional con el cadáver del difunto. La persona fue tratada en un lugar aislado y sobrevivió a la enfermedad. Esta fue la primera transmisión documentada del virus de Lassa en Alemania.
Fiebre del dengue: Casi mil personas fueron diagnosticadas con la fiebre del dengue, una enfermedad tropical transmitida por mosquitos, en Alemania en 2016. Esta cifra es un 25% superior a la de 2014, cuando fueron diagnosticadas 755 personas con la enfermedad.
Malaria: El número de personas diagnosticadas con la malaria se disparó en 2014 (1.007) y 2015 (1.063), pero descendió ligeramente en 2016 (970). La mayoría de los afectados contrajeron la enfermedad en África, en particular en Camerún, Ghana, Nigeria y Togo.
Equinococosis: Entre 2014 y 2016, más de 200 personas en Alemania han sido diagnosticadas con equinococosis, una infección provocada por tenia. Esto representa un aumento de en torno al 30%. Los afectados contrajeron la enfermedad en Afganistán, Bulgaria, Grecia, Kosovo, Irak, Macedonia, Marruecos, Siria y Turquía.
Difteria: Entre 2014 y 2016, más de 30 personas en Alemania han sido diagnosticadas con difteria. Los afectados contrajeron la enfermedad en Etiopía, Eritrea, Libia, Sri Lanka y Tailandia.
Sarna: Entre 2013 y 2016, la cifra de personas diagnosticadas con sarna en Renania del Norte-Westfalia se disparó a casi un 3.000% de casos más.
Entretanto, Alemania está sumida en un brote de sarampión que las autoridades sanitarias han vinculado a la inmigración de Rumanía. Alrededor de 700 personas en Alemania han sido diagnosticadas con sarampión en los seis primeros meses de 2017, frente a los 323 casos en todo 2016, según el Robert Koch Institute. El brote de sarampión se ha extendido a los dieciséis estados federales de Alemania excepto uno, Mecklemburgo-Pomerania Occidental, un estado con un nivel muy bajo de población inmigrante.
El epicentro de la crisis del sarampión en Renania del Norte-Westfalia, el estado con más población de Alemania y también el estado con el mayor número de migrantes. Casi 500 personas han sido diagnosticadas con sarampión en Renania del Norte-Westfalia en los primeros seis meses de 2017. La mayoría de los casos han sido reportados en Duisburgo y Essen, donde una mujer de 37 años con tres hijos murió por la enfermedad en mayo. También se han reportado brotes de sarampión en Berlín, Colonia, Dresde, Hamburgo, Leipzig, Múnich y Frankfurt, dónde un bebé de nueve meses fue diagnosticado con la enfermedad.
El pasado 1 de junio, el Parlamento alemán aprobó una polémica nueva ley que exige que los jardines de infancia informen a las autoridades alemanas si los padres no demuestran que han consultado a un médico sobre la vacunación de sus hijos. Los padres que no cumplan se enfrentan a una multa de 2.500 euros. “No podemos ser indiferentes al hecho de que la gente sigue muriendo de sarampión”, dijo el ministro de Sanidad alemán, Hermann Gröhe. “Por eso estamos endureciendo las normas sobre vacunación”.
Algunos dicen que la nueva ley se queda corta; piden que las vacunas sean obligatorias para todos en Alemania. Otros dicen que la ley va demasiado lejos y que infringe la protección de la privacidad amparada por la constitución alemana; añaden que los padres, y no el Gobierno, deberían decidir lo que es mejor para sus hijos. Los efectos colaterales de la política migratoria de puertas abiertas de la canciller Merkel continúan.
Fuente: AD
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